En esta importante obra, la renombrada historiadora del arte Griselda Pollock interviene de modo apasionante en un debate que se sitúa en el centro mismo de la historia feminista del arte: ¿hay que rechazar, substituir o reformar el canon tradicional de los “Maestros antiguos”? ¿Qué “diferencia” pueden establecer las “intervenciones feministas en las historias del arte”? ¿Debemos limitarnos a rechazar la sucesión exclusivamente masculina de “grandes artistas” en favor de una letanía exclusivamente femenina de heroínas artísticas? ¿O debemos desplazar las presentes demarcaciones de género y permitir que las ambigüedades y complejidades del deseo configuren nuestras interpretaciones del arte? Diferenciando el canon.
El deseo feminista y la escritura de las historias del arte se mueve entre relecturas feministas de los maestros modernos canónicos ―Vincent van Gogh, Henri de Toulouse-Lautrec y Édouard Manet― y las artistas “canónicas” de la historia feminista del arte, Artemisia Gentileschi y Mary Cassatt. Griselda Pollock evita tanto una crítica sin matices de los cánones masculinos como una celebración incondicional de las mujeres artistas. Recurre al psicoanálisis y a la deconstrucción para examinar las “inscripciones en lo femenino”, y se pregunta cuáles pueden ser los signos de la diferencia en una obra de arte realizada por un artista que es “una mujer”. Pollock sostiene que para entender la diferencia como algo más que el binarismo patriarcal de Hombre/Mujer debemos reconocer las diferencias entre mujeres que quedan configuradas por las jerarquías racistas y coloniales de la modernidad. Pollock recupera el precepto de Gayatri Spivak, según la cual siempre debemos preguntarnos “¿Quién es la otra mujer?”, y explora cuestiones relativas a la sexualidad y la diferencia cultural en representaciones del arte moderno de mujeres negras como Laure en Olympia de Manet y en la obra de la artista contemporánea Lubaina Himid.