Francisco Bores (Madrid, 1898 – París, 1972) es uno de los más importantes y singulares artistas de la pintura española contemporánea. En todo momento, a lo largo de su trayectoria como pintor, estuvo en el primer plano y muy por delante de sus contemporáneos españoles y extranjeros. Durante su juventud encontró su lugar en el rico entorno de la Edad de Plata de la cultura española, tan ligada a la Residencia de Estudiantes, que fue espacio de encuentro ineludible de artistas e intelectuales. A finales de 1925, Bores abandonó Madrid y se instaló en Francia, donde residió la mayor parte de su vida y se convirtió en una de las figuras principales de la denominada Escuela de París.
A menudo se ha señalado, muy acertadamente, que Francisco Bores no puede identificarse con ningún movimiento. El alineamiento con el impresionismo, el cubismo o el fauvismo podrían servir como punto de partida para la explicación crítica de su obra, pero siempre resultarían insuficientes e incompletas. El arte sensible y riguroso de Bores se alimentó de las vanguardias modernas para desarrollar un estilo propio e inconfundible que destaca por su exquisitez en el tratamiento del color, el reflejo de una aparentemente sencilla intimidad y una poderosa capacidad evocadora. Bores fue un pintor de una época determinada que, con los instrumentos plásticos de su momento histórico, construyó un mundo muy personal, y con el transcurso del tiempo sólo ha ido ganando en excelencia hasta convertirse, como ya declaró Juan Ramón Jiménez en 1931, en un clásico de nuestro arte contemporáneo.