Un retrato deslumbrante de la olvidada artista y estrella del cabaret de París, cuya deslumbrante vida nos invita a ver la historia del arte moderno de nuevas maneras.
En el despreocupado París de los años veinte, Kiki de Montparnasse cautivó como artista nocturna, agotó las exposiciones de sus pinturas, protagonizó películas surrealistas y compartió bebidas e ideas con figuras como Jean Cocteau y Marcel Duchamp. Sus memorias, con introducción de Ernest Hemingway, fueron noticia de primera plana en Francia e, inmediatamente, prohibidas en Estados Unidos. Todo esto antes de cumplir los treinta.
Kiki, fue una vez el símbolo del París bohemio. Pero si se la recuerda hoy, es solo por posar para varios artistas masculinos ahora celebrados, incluyendo a Amedeo Modigliani, Alexander Calder y, especialmente, para el fotógrafo Man Ray.
¿Por qué ha perdurado el legado de Man Ray mientras Kiki se ha convertido en una nota al pie?
Kiki y Man Ray se conocieron en 1921 durante un encuentro casual en un café. Lo que siguió fue una conexión explosiva a lo largo de toda una década. Conexión, tanto profesional como romántica, durante la cual la pareja creció y experimentó como artistas, compitió por la fama y creó muchas de las impactantes imágenes que consolidaron la reputación de Man Ray como uno de los grandes artistas de la era moderna. Las obras que hicieron juntos, incluyendo los íconos surrealistas Le Violon d'Ingres y Noire et blanche, ahora establecen récords en subastas.
Trazando su volátil relación, el historiador Mark Braude, ilumina, por primera vez, la influencia seminal de Kiki no solo en el arte de Man Ray, sino también en la cultura de París de los años veinte y más allá.
Tan provocadora y magnéticamente irresistible como Kiki misma, "Kiki Man Ray" es la historia de una vida excepcional que desafiará las ideas sobre artistas y musas, y las líneas que separan a ambas.